miércoles, 7 de septiembre de 2011

Una lección para aprender


La cama flotante


Retrocediendo el tiempo, un poco antes del delito de los ahora esposos, tuve una gran lección para aprender.

Cuando no se tiene experiencia con mascotas, es fácil caer en la exageración por no desear que los pequeños hagan travesuras. En una ocasión en plena temporada de lluvias tuve que salir por 2 horas, así que dejé atados a sus correas a ambos perritos, junto a su cama pero en el cuarto de lavado, una de cuyas paredes era la mitad de celosía.

En mi ausencia se desató un aguacero con mucho viento que hizo que entrara el agua por la celosía y  subiera unos 7 cm el nivel del agua en el piso. Al regresar inmediatamente fui a buscarlos encontré a Blackie en un rincón de la cama donde no había agua y a mi pequeña Fiona, arriba de una cubeta ladeada. Su instinto de protección los hizo tratar de ponerse a salvo de la fría agua. Una gran lección para mi, pues me prometí nunca dejarlos amarrados cuando tuviera que ausentarme, no importara que travesura hicieran.

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