Tener una mascota no es solo por la novedad o el gusto de decir tengo una; implica mucho más que eso.
Aprender a tener paciencia, aprender a educar, aprender a conceder pero sobre todo aprender a amar incondicionalmente como ellos nos aman.
No son objetos a los cuales vemos bonitos en una vitrina de aparador y los llevamos a casa y querer pretender que sigan igual de bonitos que siempre.
Tener una mascota implica cuidarlo, alimentarlo, ejercitarlo diariamente y sobre todo amarlo. Las mascotas son el fiel reflejo de lo que somos como personas.
Que estén bonitos no es solo obra de la naturaleza, para eso se necesita ser muy muy responsable. Cuando alguien me dice que mis perritos están hermosos, respondo que es resultado de la dedicación. Esa es la palabra clave: Dedicación.
La recompensa por nuestro esfuerzo es lo más valioso. Un rabito moviendose al vernos, una mirada amorosa, unos brinquitos de gusto.. en fin. Ellos no hablan, pero si se comunican con nosotros... se hacen entender.
El vivir con ellos es un diario aprendizaje y a veces pese a lo cuidadosos que pretendamos ser, algo pasa... muchos no estarán de acuerdo en lo que diré pero es algo parecido a tener un niño pequeño, puedes tener mil cuidados con ellos... pero no contamos con su astucia y la travesura nos gana y muchas veces la travesura no pasa de ser eso; sin embargo a veces esas travesuras tienen consecuencias o quedan al limite de tenerlas.
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